A veces no sé dónde esconderme
cuando el odio crece.
Si pudiera armar un escudo para el alma
mi fe no caería tanto.
¡Que la niebla me cubra por favor!
y esta vez que no se vaya más,
porque el final de la inocencia duele.
Cuando la gente pide más
de lo que mi cuerpo quiere dar,
¿Quién pone el final?
¿Quién se da cuenta de este abismo?
Dónde esconderme cuando mis muertes
no son las suficientes para sus vidas,
cuando no me quedan ganas
de seguir muriendo.
Otra vez
¡Quiero gritar! solo gritar...
sin lastimar a nadie
¡Me cansé de jugar!
cuando la fe se pierde...
¿Qué queda de esperanza?
¿Qué queda de mi?
(26/09/05)
+Escencia+
1 comentario:
Aunque duela más de lo que uno quisiera, ya sería mejor que nunca se inventen escudos para el alma, porque también serían prisiones de la poesía... No vale la pena sufrir para crear, pero dejar obra donde antes había sólo sangre, es lo más maravilloso del alma humana: el arte permite que aún en el más profundo laberinto, haya algo de luz.
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